Quiero que toméis aire, cerréis los ojos por un momento y os pongáis de música de fondo vuestra canción favorita para los largos días de verano. Esta entrada llega en un momento perfecto, porque sé que el sol y el calor han vuelto a vuestras vidas, así que puedo permitirme escribir sabiendo que a pesar de todo seguiréis queriéndome...
![]() |
Mi primera vista de Santa Clara... ¡Y lo primero que veía al levantarme cada mañana! |
Fuera de bromas, este fin de semana he sido feliz. Por eso voy a intentar esta vez que sintáis al menos un poquito de lo que he experimentado durante estos días, intentaré que esas gafas rosas que tanto os gustan aparezcan solas en vuestro rostro (y si no lo consigo, no os quedará más remedio que morir de envidia...).
Empezaré por el viernes. Después de pasarnos una larga semana en Ciudad de Panamá nos moríamos de ganas de pisar otra vez la playa, así que nos cogimos un autobús y nos fuimos a visitar a mi prima segunda, María. Ella vive en un lugar llamado Santa Clara, del que yo había oído hablar pero aún no había visitado. Así que el autobús nos dejó en un lugar cercano, y María vino a buscarnos en su coche. De camino a su casa paramos en un puestecillo de la carretera a comprar fruta para el fin de semana: papayas, piñas, cocos, sandías...¡Todo buenísimo! Por que no sé que tiene aquí la fruta que todo sabe mejor, será ese maravilloso (y a la vez odiado) eterno verano...
Aquí podemos ver a Raúl, encantado de servirnos un poco de agua de coco para refrescarnos. |
Después emprendimos rumbo hacia el apartamento, y como dicen que una imagen vale más que mil palabras, ésto es lo que nos encontramos:
La torre de la izquierda se llamaba Amanecer, y la de la derecha Atardecer. ¿Adivináis por qué? |
Como podéis ver es un edificio perdido en mitad de la nada, selva a un lado y selva al otro. Y a lo largo de toda la kilométrica playa de Santa Clara sólo hay alguna que otra casa espectacular, y una serie de cabañas usadas por los pescadores y escasos turistas durante el día. Además, con la construcción de un pequeño aeropuerto cerca del lugar, no es posible construir más edificios del tamaño de nuestro "hogar" del fin de semana.
Algún día tendré una casa como esa, ¡Increíble! |
¡No podía salir de mi asombro! Y lo mejor de todo, era que estábamos prácticamente solas, perdonad que os lo diga así de claro pero ¡menuda pasada! Me puse hasta nerviosa, no sabía si ir a la piscina, a la playa, a la terraza, a tomar el sol....
Con estas instalaciones comprenderéis la magnitud de la dificultad de mi decisión... |
Hasta me entraron ganas de volver a tocar el piano un rato (Marta aprovechó y nos deleitó con alguna que otra canción). ¡Pero es que así cómo no me van a entrar!
Tengo que decir que la compañía del fin de semana fue, sin lugar a dudas, inmejorable. |
Finalmente opté por sentarme a meditar sobre cómo repartir mi tiempo, eso sí, ya que estaba preferí hacerlo en condiciones:
Con todo a la vista es más fácil tomar una decisión, ¿no? (O simplemente llamémosla "foto para fastidiar un poco") |
Lo primero que decidimos hacer fue dar un paseo hasta donde estaba el "langostero", que es un panameño que trabaja cuidando una casa y en sus ratos libres sale a pescar por los alrededores, para preguntarle si podía llevarme al día siguiente con él a pescar.
Como podéis comprobar, teníamos que ir constantemente esquivando a la gente, menudo fastidio... |
Luego volvimos a casa para merendar un poco y recuperar fuerzas. ¿Os gusta la fruta?
¿Y ahora? |
Llegados a este punto, dejadme que os hable de la comida. ¡Al fin comimos pescado! (Y que pescado, ¡recién sacado del agua!). Estaba todo riquísimo, y comimos muchas especies que no había visto ni probado hasta el momento: corvina, pargo, cojinua, sierra... ¡Y el pargo pescado por mí! Pero no adelantemos acontecimientos...
No puedo mirar mucho esta foto porque estoy a punto de morder el ordenador.... |
Luego decidimos ver una película en el cine particular del edificio, ¡quién necesita una cama con esas butacas! Ésto es ver una película en condiciones (seguro que hasta la de 50 Sombras de Grey me hubiese gustado, o por lo menos la siesta hubiese sido digna de un Oscar...). Así si que pagaba yo por estar sentada frente a "La Gran Pantalla".
Dad gracias de que no tuviese a mano la versión extendida de El Señor de los Anillos, o ahora no estaría escribiendo... |
Y después pronto a dormir, que me esperaba una de las mejores experiencias de mi vida: ¡El hombre de la familia se iba a pescar langostas!
Os pongo en situación: el plan era levantarme a las 5 de la mañana, coger una barca de remos, e ir a la isla Farallón (justo delante del edificio) a recoger las redes que Junier (el "langostero", conocido como Juni) había dejado la tarde anterior. No sé si estáis muy enterados del horario panameño, pero por si quedaba alguna duda: sí, era totalmente de noche.
Esto es lo que vi durante aproximadamente media hora. Y no, no es petróleo. |
Es una sensación mitad aterradora mitad mágica. Encontrarte en el mar, en medio de un silencio sólo roto por el ruido del remo al entrar en el agua, distinguiendo a duras penas la cara de tu acompañante en una barca de aproximadamente tres metros de largo, navegando hacia una isla desierta... Efectivamente, me sentía como en una película de piratas a punto de asaltar un navío con un gran tesoro en su interior. En esos momentos te das cuenta de lo insignificante que eres, de lo grande que es el mundo y lo pequeños que somos nosotros, de que basta un mal manejo del barco para que esa ola, que tan pequeña parecía desde la orilla y ahora encuentras del tamaño de un tsunami, te arrastre hacia la negrura. Es una sensación maravillosa, te sientes perdido y a la vez en paz, fue uno de esos momentos que sé que se quedarán para siempre en mi memoria.
La anécdota graciosa es que en un momento dado empezamos a escuchar el ruido de un motor, y claro, esta barca lo que es tener luces... pues no, no tenía. Así que para evitar ser arrollados por algún pescador nocturno encendimos una linterna. Hasta aquí todo bien, pero de repente me di cuenta de que Juni en vez de agitar la linterna o apuntar con ella hacia el origen del ruido, alumbraba las aguas de alrededor de la barca con gestos nerviosos. Y claro, suponiendo que no encontraríamos submarinos cerca, se me ocurrió preguntarle: "Es un barco, ¿no?" El hecho de que su respuesta fuera: "mmm, no se, no se". Hizo que ese sentimiento maravilloso y mágico de estar perdido en una barca en medio del mar con la luna como única farola, se convirtiera en algo así como un pensamiento obsesivo sobre "¿Cuándo amanece en este maldito lugar?". Por fortuna, el ruido era efectivamente una barca de pescadores y no Moby Dick resurgiendo de sus cenizas.
No penséis que soy una miedica (un poco reconozco que lo soy), pero si la noche anterior escuchas comentarios sobre los tiburones que rondan el lugar y las ballenas que suelen cruzar esas aguas en esta época del año, os puedo asegurar que no a todos os hubiese gustado estar en mi lugar.
Pero por fin llegamos a isla Farallón (que se ve desde el balcón del apartamento) y comenzamos a rodearla descubriendo grutas secretas que la atraviesan de lado a lado durante la marea baja, imaginándome con un cargamento de ron llegando a "Isla Tortuga". También la conocen como la "isla de los pájaros", ahora entenderéis el porqué:
Por la noche no queda un centímetro de isla sin cubrir, convirtiéndose en el hogar de gaviotas y pelícanos. |
La columna de hormigón donde descansan las gaviotas, sostenía años atrás una estatua de la Virgen del Carmen, en época de Noriega (gobernante de panamá que actualmente se encuentra encarcelado por delitos relacionados con el narcotráfico), que fue robada posteriormente cuando saquearon la zona. También en la isla existe una cruz que quedaba iluminada al anochecer por infinidad de bombillas que funcionaban mediante un panel solar, pero hoy en día solo queda el esqueleto de la cruz como vestigio de lo que algún día fue la isla (cuenta la leyenda que Noriega encadenaba a sus enemigos en ella para que muriesen ahogados con la subida de la marea)
Aquí podéis ver la isla y su cruz, a Juni y su mujer, y la minúscula barquita en la que íbamos los dos. |
Como podéis ver, una vez que recogimos las redes no cabía ni un alfiler en la barca, ¡imaginaos el tamaño! |
Una vez llegamos a la isla nos pusimos a recoger las seis redes, de seis metros cada una. En total encontramos 8 langostas, tres pargos, un pez loro...
El pez loro, con sus colores fosforitos, era una preciosidad, daba hasta pena comérselo. (El pargo no nos dio ninguna pena) |
Y también alguna que otra sorpresa no comestible: una morena con la que Juni mantuvo una lucha a vida o muerte (incluso llegó a decir que como la morena cayese dentro de la barca él se tiraba al agua, momento en el que mis esfuerzos por animarle en la pelea se redoblaron), un pez raro que parecía medio raya medio tiburón, una caracola con un cangrejo muy feo dentro con pinzas pero que en vez de cola tenía cuerpo de gusano, y por último lo más gracioso, un pez globo que cuando lo sacamos del agua empezó a hacer un ruido como de un fuelle y a hincharse como una pelota (entre eso y los pinchos que tenía por el cuerpo nos fue casi imposible desenredarlo para devolverlo al mar)
Juni demostró ser un experto luchador, después de ver una morena de cerca comienzo a entender a la pobre Ariel... |
Tengo que decir que una de las mejores cosas de la experiencia pescando langostas, fue el poder ver amanecer rodeada de mar por los cuatro costados, ¡al menos las fotos son espectaculares!
Me reservo los derechos para venderlas próximamente como portada del National Geographic. |
La verdad es que, además de pasar una mañana increíble, pude volver a casa con la cabeza bien alta y la cena en la mano, ¡y qué cena!
El vino gallego, cortesía de la casa, hizo que la cena fuera sencillamente... perfecta. |
![]() |
Creo que esta foto podría ser una aproximación bastante fiable del aspecto que tendría la palabra felicidad. |
Al menos no podía dejar de reírme mientras levantaba gaviotas a mi paso.
También fuimos a visitar al Sr. Bayo, que es el patriarca de la comunidad de pescadores de Santa Clara, y es la típica persona que si se pusiera a contar historias apuesto a que de sus labios saldría material como para escribir un millar de libros fantásticos.
Cada día los pescadores tienen que traer y llevar los pesados motores al hombro para que no se los roben durante la noche. |
Disculpad que me ponga un poco filosófica, pero si cierro los ojos y pienso ahora en este fin de semana, recuerdo esos paseos en soledad, en los que mirando atrás sólo encontré las huellas que había dejado al pasar, que serán borradas por el mar con el paso del tiempo y sólo permanecerán en mi memoria. Y mirando hace delante, sólo vi un lienzo blanco de arena en el que supe que lo que pintase era sólo y únicamente decisión mía.
Me ha quedado muy bonito, no lo neguéis. |
Así es, me he puesto un poco cursi pero este fin de semana realmente me ha llenado de energía y de ganas de comerme el mundo, de querer aprovechar cada instante de este año, de esta experiencia única. Soy feliz por que sé que puedo hacerlo, sé que será una época que me cambiará por completo y que recordaré toda mi vida. Y estoy contenta por que sé que voy a ser capaz de disfrutar cada minuto de ella.
Además me siento generosa (y quiero compensar las frases de antes, no vaya a perder mi imagen de chica dura) así que os voy a alegrar la vista con uno de mis momentos preferidos del fin de semana, los desayunos:
Entenderéis ahora por que me ha dejado de doler la barriga estos días... |
¡Ánimo!, ¡Seguid leyendo que ya queda poco!, Y si no veis bien, haced el favor de recoger del suelo las gafas rosas por que es probable que se os hayan caído de la impresión. No pasa nada, es comprensible.
Antes de acabar quiero darle las gracias a María, por que nos ha tratado como auténticas reinas, es genial sentirse de nuevo arropada y como en casa estando a tantos kilómetros de distancia. ¡No dudes de que volveremos pronto! Además nos ha regalado algo que será sin duda uno de mis mayores tesoros este año: ¡una fregona recién llegada de España! (no os riáis, probad a tener que escurrir a mano algo que podría pasar por la fregona de Hagrid cada vez que queráis limpiar la casa y luego me contáis que tal la experiencia)
Nunca me gustó tanto el color morado. ¡Hola comodidad! |
Por último, que sé que la carta de hoy ha sido larga a la par que dura (realmente me da hasta pena que se acabe ya, estaba disfrutando de lo lindo esta vez), no deja de venirme a la cabeza una vieja persiana que tenía mi padre en su época universitaria, en la que aparecía una chica vestida de cowboy que decía algo así como: "Be Happy, I Lost My Heart in San Francisco". Pues bien, os diré una cosa:
"Sed felices, yo perdí mi corazón en Santa Clara"
¡Hasta la próxima!
0 comentarios:
Publicar un comentario